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El modelo económico de la globalización, favorece a los "eficientes". Con la suscripción del TLC, el Perú entró de lleno a competir en el mercado global, esto exige que nuestro país replantee su dinámica económica-productiva, para así salir beneficiada en este nuevo entorno.
En medio de este contexto se promulgó la Ley de la Selva, que como manifestó el gobierno, busca volver competitiva a la amazonía peruana. Precisamente aquí es donde debemos preguntarnos, ¿Qué camino debe tomar el Perú para ser más eficiente?, ¿es verdad que lo mejor para la amazonía es la inversión de grandes capitales, principalmente en el rubro de hidrocarburos (petróleo, gas natural)?
Lo declarado recientemente por el reconocido chef Gastón Acurio, sobre el tema de los productos transgénicos, puede servirnos como punto de referencia para identificar que es más beneficioso para el Perú. En una
entrevista en RPP Acurio manifestó que "La agricultura transgénica no es conveniente para la economía del Perú porque la naturaleza del Perú es una naturaleza de gran biodiversidad que le permite convertirse en la gran marca de productos orgánicos en el mundo y los productos orgánicos tienen un valor agregado, lo transgénico es para otro tipo de geografías y de climas".
Podemos afirmar, del mismo modo, que lo beneficioso para la Amazonía peruana está en sus ventajas competitivas, que son su biodiversidad y su capital humano-cultural, precisamente este último, a diferencia de la racionalidad occidental que viene destruyendo los fundamentos de la vida (naturaleza y seres humanos), aun conserva principios que favorecen el equilibrio y la supervivencia de las especies.
Es cierto que son importantes y necesarias las inversiones en la amazonía para una economía más eficiente y competitiva, sin embargo el reto está en conseguirlo de modo inteligente y consensuado, no parcializándose, como a sucedido, a favor de las grandes empresas extractivas, las cuales con frecuencia, al buscar maximizar sus ganancias dejan de lado sus responsabilidades ambientales y sociales.
Después del paro amazónico el gobierno ha tenido que retroceder en sus pretensiones de, pasando por alto los derechos de las comunidades nativas amazónicas, reducir al 51% la cantidad de votos necesarios para que las comunidades de la selva y la sierra tomen una decisión sobre la venta, alquiler o concesión de sus tierras. La unidad y organización del pueblo amazónico esta vez pudo salvaguardar las tierras de las que son legítimos dueños, derrotando la sutil estrategia del gobierno aprista.
Ojala llegue el día en que el presidente Alan García reconozca que nuestros hermanos amazónicos poseen una cultura rica en valores que no debe ser despreciada, pues constituye una ventaja competitiva real, un modo de desarrollo alternativo para un mundo que se encamina al abismo.
BenJamin
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